viernes, 14 de enero de 2011

Como tengo mucho tiempo libre pienso demasiado. Demasiado pienso, ay ay ay, cuánto pienso. Así que había tomado la decisión de dejar de fumar. Había tomado la decisión de verdad y de verdad te digo que la mantengo. Voy a dejar de fumar en un futuro no muy lejano. Más allá de que hoy lo primero que hice cuando me desperté fue prenderme un cigarrillo. Más allá que haya sido también lo segundo y lo tercero que hice. Más allá de haber ido al kiosco y comprarme 2 paquetes de cigarrillos y de estar fumando al mismo tiempo que escribo esto. Dejaré de fumar. Claro que sí. Confío en mi palabra.

Todo a raíz de esto. El otro día miraba una peli y bla bla bla, la mina se moría. Yo pensé que si me muero Marley se quedaría sola en este mundo. Pensé que mucha gente sufriría si me muero. Y digo...para qué tentar a la muerte? Mejor llevar una vida prolija, no? Ok. Ese pensamiento me duró lo que duró la película. Al otro día me compré un nuevo paquete de puchos y volví a mi rutina viciosa y tan tannn placentera. Ahhhh, que lindo es fumar. Pero no. No quiero eso. Mi mente está completamente decidida. Mi cuerpo es un maldito traicionero.

Maldito traicionero


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