Recuerdo momentos así de tan gigantesca infelicidad. Los recuerdo, se que ya los viví alguna vez y se que son pasajeros. Pero mientras los transcurro los odio. Los odio, me odio, te odio. Y te re contra odio. Y me re contra odio. Tanto odio estos momentos. Y los odio más que nada porque no hay manera de revertirlos voluntariamente. Se que algún día volveré a la normalidad. A mi infelicidad moderada o felicidad restringida. Porque extraño mucho mi normalidad. A pesar de que en mi normalidad demande/añore/necesite una felicidad desmedida. Momentánea aunque sea. No soy exigente y soy bastante realista. Momentánea pero que alcance para sacarme una foto con ojos turquesa, despeinada como soy y con una sonrisa que nada tiene de fingida.
Momentánea para alternar y para saborearla más. Y para cambiar, para sorprender y para salir de la rutina.
No quería decir nada de esto. O por lo menos no era este el fin de esta conversación entre vos y yo. Entre yo y yo. Entre. Es que de haberlo sabido antes no hubiese esperado nada. No me entristece. Sólo me hace cambiar mi postura hacia vos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario