Después de un fin de semana convaleciente vuelvo a trabajar. Te diría que hasta tengo ganas porque te juro que tener un fin de semana libre no sirve de nada si te lo pasás tirado en la cama. Maldita cama. La odio profundamente. Así que acá estoy. 5.30 de la mañana y ya estoy bañada, cambiada y lista para ir al laburo. Sí, decime fanática, aunque los dos sabemos muy bien que no lo soy para nada, es que realmente necesito salir de acá. Para hacer cualquier cosa, aunque sea laburar.
De todas maneras, el tiempo que pasé postrada (sí, postrada), no fue una total pérdida. Pude meditar sobre varias cosas y creo que aprendí lecciones muy valiosas que espero recordar y tener en cuenta la próxima vez que me engripe. Numeradas:
1) Si estás engripada y tu papá te da un remedio anticipándote que es bastante fuerte, no importa que tan rápido querés que se te pase la gripe, tomate sólo una pastilla. NO 4. Sólo una.
2) Si en vez de tomarte una pastilla (de esas que te dijeron que son bastantes fuertes), te tomaste 4 y a consecuencia de eso estuviste vomitando toda la noche y toda la mañana siguiente, no te tomes un café con Frutigran para comprobar si se te pasó el malestar estomacal porque es muy probable que no se te haya pasado.
3) Si a pesar de creer que el malestar estomacal todavía no se te pasó, te tomás un café con Frutigran y seguís vomitando durante todo el día y no podés comer absolutamente nada más, no se que decirte, jodete por boluda.
Así es. Me jodo por boluda.
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