Creería que el amor no es asunto de peces. Pero lo es. Amé a Xururuca desde el primer momento en que la ví y ella me amó a mí desde ese mismo momento. Y nos amábamos tanto que ahora tanto nos extrañamos y nos añoramos.
Creería que el amor no es asunto de peces. Y probablemente no lo sea. Xururuca y Tomate eran amigos inseparables. Todo lo hacían juntos y juntos a todos lados iban. Pero un día Tomate la atacó y ella murió.
Murió en un tapper con agua fría. Sola. Traicionada. Herida.
En sus últimos momentos le regalé palabras de cariño y mimos mojados. Y la acompañé y le prometí un mundo mejor. Cuando finalmente murió fuimos con Marley al baño a despedirnos de ella ya que L me había dicho que el cementerio de los peces es el inodoro. Antes de tirarla dijimos unas palabras de despedida. En realidad, mientras yo decía unas palabras Marley lamía el inodoro. Maldita perra.
Mi Xuru. Te deseo una eternidad repleta de profundos ríos de agua cálida con incontables plantas acogedoras y montones de piedras de colores. Sin memoria del pasado, sólo el hermoso recuerdo de nuestros besos a través del vidrio. Nuestros besos de amor. Te adoro mi Xuru. Te adoro para siempre.